Las caras B del enoturismo en España: zonas de paso de obligada parada

Lo mejor del vino español también se encuentra a la vuelta de un desvío: en esas comarcas que no siempre salen en la portada, pero que—copa en mano—se convierten en paradas imprescindibles.
las caras B del enoturismo español no son segundas partes; son primera línea para quien busca autenticidad, conversación y territorio en estado puro.

por Joaquín Parra Wine UP!

El enoturismo español tiene más de un espejo donde mirarse. Además de los destinos estrella y millas de oro, hay territorios que, sin ruido, guardan vinos singulares, patrimonios notables y paisajes que sorprenden al visitante que se desvía media hora de la autovía. A esas “caras B”—secundarias solo en los mapas—se consagró la cata celebrada en el Museo Torre del Vino de Socuéllamos con motivo del día internacional del enoturismo, un encuentro en el que destacó la presencia de la alcaldesa, Conchi Arenas, y que ideó Joaquín Parra, director de la Guía Wine Up! y viajero del vino.

Para la Cata, Parra seleccionó seis vinos de seis bodegas para viajar por seis comarcas que merecen parada obligatoria. Un recorrido didáctico que combinó técnica de cata, cultura del territorio y pistas muy concretas para quien quiera convertir una botella en itinerario.

Un viaje de norte a sur por la España menos obvia del vino

La sesión propuso saltos geográficos con propósito: Monterrei (Ourense), la Ribera del Duero soriana, la Mancha ciudadrealeña (Socuéllamos), la Manchuela de altura (Landete, Cuenca), la tradición dulce de Montilla-Moriles (Córdoba) y el carácter único del Condado de Huelva. En cada alto, Parra enmarcó el vino en su clima, suelos, variedades y, sobre todo, en aquello que cualquier enoturista querría saber: qué visitar, qué comer, dónde catar y por qué esa parada compensa el desvío.

Los seis vinos de la cata (y lo que cuentan de su tierra)

1) Mara Moura Godello 2021 — Martín Códax (D.O. Monterrei, Ourense)

Un blanco atlántico de interior que explica muy bien la frescura cálida de Monterrei: días de verano generosos, noches que bajan la persiana térmica y suelos con músculo mineral. Godello con trabajo de lías para sumar textura sin perder pureza.

Plan enoturístico: Verín y la Fortaleza de Monterrei, termas, pazos y cocina gallega (empanadas, pulpo, castañas) en versión interior. Vendimias tempranas y bodegas pequeñas con trato muy cercano.
La bodega como epicentro: aunque el gran centro de visitas de Martín Códax está en Cambados (Rías Baixas), su proyecto en Monterrei funciona como bisagra entre ambas Galicias del vino: la casa pone el foco en el valle del Támega, señalando microbodegas y viñedos de ladera que vertebran el enoturismo local. Para el viajero, Mara Moura es la llave que abre una ruta de proximidad—Verín, Monterrei, Laza—con Martín Códax actuando como prescriptor y puerta de entrada a una red de visitas íntimas en el valle.

2) Cabeza Lobera 2023 (Tempranillo) — Antonio Serrano Viticultor (D.O. Ribera del Duero, Soria)

La Ribera más alta y fría: viñedo en torno (y por encima) de los 900 m en Villálvaro. Tempranillo de trazo fino, balsámico y tenso, con crianza comedida en roble francés para redondear sin tapar el paisaje soriano y una acidez que mantiene tensión.

Plan enoturístico: bodegas subterráneas históricas en San Esteban de Gormaz, románico soriano, y naturaleza en el Cañón del Río Lobos. Gastronomía de asados (lechazo) y temporada de setas.
La bodega como epicentro: Antonio Serrano Viticultor ejerce de nodo enoturístico en la Ribera soriana: visitas de viña de microparcelas a 900–950 m, catas personalizadas y un relato de viticultura de altura que conecta Villálvaro con San Esteban y Burgo de Osma. No es un “showroom”: es campo y copa; el epicentro es el viñedo, y el viticultor abre ruta a otros artesanos de Soria.

3) Dominio del Prior Petit Verdot 2018 — Finca El Refugio (Vino de la Tierra de Castilla, Socuéllamos)

Una Mancha que mira a los varietales “no obvios”: Petit Verdot en versión madura y equilibrada, con crianza prolongada que integra especias, balsámicos y fruta negra. Reflejo de una viticultura ecológica muy cuidada en llanura caliza.

Plan enoturístico: el propio Museo Torre del Vino de Socuéllamos—sede de la cata—como centro de interpretación; rutas cervantinas (molinos de Campo de Criptana), Lagunas de Ruidera, quesos D.O. Manchego y cocina tradicional (migas, pisto, gazpacho manchego y sobre todo, gachas).
La bodega como epicentro: en Socuéllamos, Finca El Refugio y la Torre del Vino funcionan como binomio de referencia: la bodega, con su viñedo ecológico visitable y catas de varietales poco comunes en la región, dinamiza el kilómetro cero; el museo ordena el relato comarcal. Desde allí, el visitante expande su mapa por Tomelloso, Alcázar y Ruidera con El Refugio como base de operaciones.

4) L’AMÉ Malbec 2014 — Altolandon (D.O. Manchuela, Landete, Cuenca)

La altura como identidad: viñedos ecológicos en torno a 1.100 m. Un Malbec floral y mineral—violetas, frutos del bosque—con madera fina y frescura serrana. La Manchuela que se descubre entre los ríos Júcar y Cabriel.

Plan enoturístico: Hoces del Cabriel (Reserva de la Biosfera), Moya, con su castillo de Los Bobadilla, la Laguna de Talayuelas y una gastronomía de cruce manchego-levantino (ajo arriero, gazpacho pastor).
La bodega como epicentro: Altolandon es la atalaya de la Manchuela conquense: viñedo de altura, sala de catas con vistas y variedad de uvas que permiten catas comparativas de terroir.

5) Piedra Luenga Pedro Ximénez Ecológico — Bodegas Robles (D.O. Montilla-Moriles, Córdoba)

El arte del asoleo y la Pedro Ximénez joven ecológica: pasas, higos, miel, con sorprendente vivacidad. Un dulce para entender la triada viñedo vivo – tradición – sostenibilidad en la campiña cordobesa.
Plan enoturístico: lagares de la Sierra de Montilla, tabernas con fino en venencia, Córdoba a media hora (Mezquita), y septiembre en Fiesta de la Vendimia.
La bodega como epicentro: en Montilla-Moriles, Bodegas Robles es kilómetro cero de la cultura PX ecológica: muestra paseras, criaderas y cursos de cata, y conecta con lagares de sierra, tabernas y productores artesanos. El visitante entra por Robles y sale con una agenda completa para recorrer la denominación.

6) S’Naranja — Bodegas Sauci (D.O. Condado de Huelva)

Un vino de naranja genuino, macerado con pieles de amarga anarga y envejecido en sistema de criaderas y soleras. Ámbar, piel confitada y un final cítrico que limpia el paladar. Singularidad andaluza con personalidad.
Plan enoturístico: Bollullos como corazón bodeguero del Condado, excursiones a Doñana y El Rocío, playas de la Costa de la Luz y maridajes con gamba blanca, chocos y repostería con almendra.
La bodega como epicentro: Bodegas Sauci es la casa-madre del vino naranja: visitas temáticas, catas “dulces” y experiencias sensoriales que irradian hacia otras bodegas del Condado, bares históricos y productores de cítricos. Es la estación central desde la que planificar Doñana, costa y aldeas marismeñas con el vino como hilo conductor.

Claves de las “caras B”: por qué merecen la parada

Paisajes con relato: del castillo de Monterrei a las hoces del Cabriel, de las cuevas-bodega de Tomelloso a los lagares de la sierra cordobesa. Cada copa trae patrimonio, naturaleza y oficio.
Climas que forjan estilos: altura y noches frías (Soria, Manchuela) para estructura y acidez; interiores templados con oscilación térmica (Monterrei) para blancos con nervio; campiñas cálidas (Montilla, Huelva) que alumbran dulces equilibrados y vinos únicos como el de naranja.
Bodegas con nombre y apellido: proyectos familiares y cooperativos que abren la puerta, enseñan el viñedo, catan sin prisa y recomiendan el bar del pueblo. Hospitalidad como rasgo diferenciador.
Gastronomías de destino: del lechazo soriano a los quesos manchegos, del salmorejo y los ibéricos a la gamba de Huelva. Maridajes locales que completan la experiencia.
Accesibilidad real: todas estas paradas se hilvanan con desvíos cortos desde grandes rutas (A-3, A-4, A-66). Perfectas para escapadas de fin de semana o road trips con mapa y ganas de descubrir.

La sede: Museo Torre del Vino, faro enológico de La Mancha

No es casual que esta cata se celebrara en la Torre del Vino de Socuéllamos: un espacio museístico y mirador que reivindica la cultura vitivinícola manchega con vocación contemporánea. Su programación de catas, talleres y encuentros contribuye a situar Socuéllamos como punto neurálgico del enoturismo de interior.

Balance de la cata

La presencia institucional—con la alcaldesa Conchi Arenas arropando a los asistentes—subrayó la importancia del enoturismo como palanca de desarrollo local. Para los participantes, el aprendizaje fue doble: técnico (comprender por qué un Godello de Monterrei se siente diferente a un albariño atlántico de costa, o cómo la altura redefine un Tempranillo) y viajero (salir con una lista de comarcas y bodegas que visitar).

Joaquín Parra tejió la sesión con un enfoque formativo y hedonista: rigor de Guía Wine Up! en la copa, y brújula de “viajero del vino” en el mapa. La conclusión es clara: las caras B del enoturismo español no son segundas partes; son primera línea para quien busca autenticidad, conversación y territorio en estado puro.

Recomendaciones rápidas para próximas paradas

Monterrei (Ourense): castillo, termas de Verín y cata de Godello.
Ribera del Duero – Soria: bodegas subterráneas y románico; lechazo.
Socuéllamos y entorno: Torre del Vino, Lagunas de Ruidera y molinos de viento.
Manchuela: Hoces del Cabriel, Castillo de Moya, vinos de altura y trufas.
Montilla-Moriles: lagares históricos, PX en asoleo, Córdoba.
Condado de Huelva: Doñana, aldeas y el imprescindible vino naranja en bodegas del Condado de Huelva.