Visitar Champagne De Venoge: una experiencia de lujo, historia y excelencia en Épernay

El 31 de julio de 2025 marqué el final de mes con una cita muy especial: un encuentro con la historia, la belleza y el refinamiento de la Maison de Champagne De Venoge en Épernay. No fue simplemente una visita; fue un viaje sensorial y emocional por casi dos siglos de historia donde cada rincón hablaba de nobleza, arte y savoir faire.

Un palacio del champagne en la Avenue de Champagne

Desde la primera visión de su imponente fachada en el número 33 de la Avenue de Champagne —Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO— supe que estaba ante algo extraordinario. La residencia del siglo XIX, con su elegante jardín inglés, custodia más que botellas: es guardiana de una herencia que comenzó en 1837, cuando el suizo Henri-Marc de Venoge fundó la maison, y apenas un año después sorprendió al mundo con la primera etiqueta ilustrada de la historia del champagne.

Ese espíritu pionero se siente en cada detalle. Mientras recorríamos las distintas estancias guiados por Grégoire Cabanel, responsable del área de exportación, y gracias a la recomendación de mi querido amigo Charlie Arturaola, descubrí la colección centenaria de etiquetas, los libros de ventas que documentan décadas de historia y la célebre Cuvée des Princes, creada en 1858 en honor a los Príncipes de Orange. Cada anécdota y cada pieza expuesta eran un puente entre la tradición y la audacia estética que define a De Venoge.

Tradición y arte en cada detalle

El momento más especial fue bajar a sus cuevas donde descansa una colección de añadas históricas de la casa protegidas por el silencio y la penumbra. Como no puede ser de otra forma, uno siempre va buscando su año de nacimiento y allí estaba sintiendo el paso del tiempo. ¿Qué manos elaborarían aquel champagne?

La cata fue un compendio de estilos y personalidades. Probamos cinco champagnes que resumen el alma de la maison:

Cordon Bleu Brut, clásico y versátil, un vino de entrada con calidad superior, destacando aromas primarios y una acidez afilada.
Princes Brut 3ª edition , Aquí hay más seriedad, con esa acidez marcada y una textura cremosa que viene marcada por su mayor crianza.
Princes Blanc de Blancs Brut, pura finura y mineralidad de la Chardonnay.
Princes Rosé, elegante y estructurado, con el carácter distintivo de la pinot noir.
Louis XV Millésimé 2014, la cúspide: equilibrio perfecto, complejidad y un final que parecía no terminar nunca. Untuoso y vibrante. Con mucho recorrido, algo destacable para un champagne de 11 años.

Cada copa era un relato: del viñedo Grand Cru al primer prensado, de la crianza sobre lías que supera los estándares de la región a la sutil dosificación que respeta la pureza del vino. Mi impresión es que no buscan formar parte de modas o corrientes, tienen clara su identidad y la llevan a la máxima excelencia con una finura atemporal.

Al salir, con la imagen de la estatua de bronce de Luis XV en el patio principal —inmortalizando el decreto de 1728 que permitió transportar champagne en botella—, entendí que esta experiencia había sido más que enoturismo, fue un diálogo con la historia y una celebración del tiempo, donde lo intangible —la memoria, la estética, la emoción— se armonizó con lo tangible: el champagne que burbujeaba en mi copa.

Visitar Champagne De Venoge es más que conocer una maison: es vivir un capítulo esencial en la historia del champagne. Una experiencia que combina lujo, conocimiento y emoción. Un estándar de excelencia que inspira y, al mismo tiempo, nos recuerda cuánto nos falta por recorrer en otros lugares del mundo vitivinícola.

Epílogo con vistas al valle del Marne

Para rematar la jornada por esta privilegiada zona, recalé en el hotel Royal Champagne, uno de los más lujosos de Europa con unas vistas panorámicas que hablan por si solas.