Ningxia, el nuevo epicentro del vino en China: así transforma el vino un territorio

El vino transciende de ser una bebida para ser manifestación del alma de un territorio, y el Concurso Mundial de Bruselas actúa como catalizador para poner en el mapa a cualquier zona productora.

Ningxia, en el noroeste de China, es uno de esos sitios donde el vino se convierte en un idioma común entre quienes lo elaboran y quienes vivimos de él desde distintos ámbitos profesionales, incluso cuando nuestras culturas están separadas por miles de kilómetros, se podría decir que el vino es un idioma universal.

Tras mi primera participación como catador en el Concurso Mundial de Bruselas del pasado año en Guanajuato (México), tocaba viajar a otra región casi desconocida hasta hace poco para el sector del vino en Europa: la provincia de Ningxia en China.

Digo hasta hace poco porque una vez que el Concurso Mundial de Bruselas pasa por una región, la pone en el mapa. No hay un evento de vino similar en el mundo como veremos en los datos que pondré negro sobre blanco.

Del 9 al 11 de junio se ha celebrado la XXXII edición de vinos blancos y tintos 2025 que ha tenido como epicentro la ciudad de Yinchuan, en la provincia de Ningxia. Llegué lleno de expectativas y volví con admiración genuina y una certeza rotunda: Ningxia no es solo una promesa, es una realidad que exige ser conocida.

Al llegar, lo primero que impacta es su paisaje casi desértico con la montaña de Helan en el horizonte, una muralla natural que protege los viñedos del desierto del Gobi. Está en la latitud 39 norte, la misma en la que me encuentro yo, en Tomelloso (Ciudad Real). Si cabe, tenía mucha más curiosidad por ver el desarrollo vegetativo de la vid, aunque además de la latitud hay que añadir una variante que difiere: la altitud. De los 650 mts aproximadamente de la meseta manchega pasamos a los aproximadamente 1000 mts en la zona productora de Ningxia.

En viticultura hay algo que me sorprendió: Las cepas no buscan la verticalidad ya que cuando llega el invierno y tras la poda, se doblan para ser enterradas en el suelo y evitar su congelación ya que en esta zona se alcanzan con facilidad los -20ºC.

Suelos pedregosos y bien drenados, insolación abundante, escasas lluvias (menos de 200 mm al año), gran amplitud térmica entre el día y la noche y un factor determinante, la disposición de agua para el riego. Alguna bodega tenía fotos del riego de la viña por inundación, algo impensable en nuestro territorio.

Con respecto a los vinos y variedades, destaca como en casi cualquier región emergente del mundo, las variedades de origen francés como Cabernet Sauvignon, Merlot, Chardonnay y sobre todo Marselan (cruce de Cabernet Sauvignon y Garnacha). Sin duda mucho potencial y futuro para esta región. No lo digo yo, lo confirman los 228 proyectos bodegueros que ya operan, de los cuales más de un centenar están concentrados en esa zona oriental de Helan Mountain que hoy ya se considera el corazón vitivinícola del país.

Durante los días de cata, la sorpresa fue constante. No porque esperara vinos mediocres —las pocas referencias que había probado ya mostraban un nivel creciente—, sino porque lo que me encontré superó cualquier expectativa.

En grado alcohólico, como cabe de esperar en un clima cálido, alcanzan con facilidad los 15 grados.

Los vinos son como en cualquier otra zona, hay mucha diversidad. Está clara mi preferencia a expresar la impresión sobre los vinos en cata ciega, por lo que me referiré a los catados durante el concurso, que, sin poder desvelar referencias, diré que fueron un total de 15 vinos tintos. Hubo un 94, un 93, un 92, un 91, cuatro 90, un 89, un 88, dos 87, tres 86. No es mala media y lo interesante es analizar los comentarios de cata en los que sobre todo se habla de fruta roja y negra y se destaca la maduración.

Con respecto a las bodegas, nada que envidiar a nivel tecnológico. Si que es cierto que algunas construcciones buscan parecerse a un chateau francés, pero aparte de ese tipo de excentricidades, que se encuentran en cualquier lugar del mundo, aspiran a ser Ningxia, no una copia de ningún otro sitio.

Visitamos varias bodegas con distintos niveles de inversión y una gran cooperativa, y aquí, la distancia en imagen y calidad era bastante grande, ganando, como pasa en la mayor parte del mundo, las bodegas de inversión privada.

Destacaría cómo la administración ha tenido un papel fundamental en el desarrollo del sector vitivinícola en Ningxia. Muestra de ello es la importantísima apuesta por llevar el Concurso Mundial de Bruselas a su territorio. El gobierno local no solo apoya, sino que lidera una estrategia de desarrollo coherente y de largo plazo. Hay un Plan Quinquenal específico para el vino. Se fomenta la innovación, se atrae talento, se crean sinergias con el mundo académico. En Europa sería un ejemplo de colaboración público-privada.

Datos de la 32ª edición:

7165 vinos blancos y tintos procedentes de 45 países  375 expertos de 56 nacionalidades.

España ha sido el principal país de esta edición obteniendo 361 medallas en total, incluyendo 16 Grandes Medallas de Oro, pasando por encima de Francia, Italia y Portugal.

El mejor vino tinto internacional ha sido “Les Sorts Vinyes Velles 2020” de Celler Masroig, un vino de la D.O. Montsant.

EL PRESTIGIO DE UNA MEDALLA DEL CONCURSO MUNDIAL DE BRUSELAS

Es necesario destacar que, cualquier vino que luce la medalla de oro o gran oro en su etiqueta, es garantía de calidad. Soy partícipe de esa exigencia por la que solo los mejores vinos obtienen una medalla de oro y menos aún un gran oro.

Con esto nos podemos hacer una idea de la importancia de este certamen y como su sola presencia, pone en el mapa a la región productora que visita. Un auténtico logro de la familia Havaux que ya tiene implicada a la 3ª generación.

Destacar la impecable organización, desde la gestión de billetes de avión hasta la estancia en hoteles de 5*, las sesiones de cata y la agenda de visitas que mezclaban la parte cultural con el enoturismo.

La impresión general, al menos la que yo me traje hablando con otros catadores de todo el mundo: Ningxia ha llegado para quedarse con vinos cada vez mejor elaborados y con precios que superan los 200€ al cambio.

Para quienes trabajamos en el ámbito del vino en España y en Europa, observar este fenómeno tiene un doble valor. Por un lado, nos recuerda que la competencia ya no viene solo del Nuevo Mundo tradicional (Chile, Argentina o Australia), sino también de países que hasta hace poco no figuraban en el mapa vinícola. Y por otro, nos invita a reflexionar sobre nuestra capacidad de adaptación, de innovación, de comunicación. En un momento en el que muchas denominaciones de origen luchan por rejuvenecer su imagen, la frescura y determinación con la que Ningxia se proyecta al mundo resulta inspiradora.

Joaquín Parra junto a su mesa de cata en CMB Yinchuan

El vino, como bien sabemos los que vivimos por y para él, es emoción y paisajes. Y la emoción no entiende de latitudes ni de idiomas y los paisajes son únicos para cada territorio. Lo que pude ver fue autenticidad en una cultura completamente diferente a la europea, pero con tanta historia como la nuestra, no en vano, Ningxia fue puerta de entrada de la ruta de la seda.

Espero volver a coincidir con este elenco de profesionales que forma la familia del Concurso Mundial de Bruselas el próximo mes de mayo de 2026 en Everán (Armenia), sobre todo, destacar el buen ambiente que existe entre la delegación española, capitaneada por Frédéric Galtier.

 

GALERÍA FOTOGRÁFICA:

 

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