Rioja Alavesa. Vinos con sentimiento, ortodoxia y arte.

El pasado octubre lo terminé en una de las zonas vitivinícolas más bonitas de España: la Rioja Alavesa. Un viaje que se inició el lunes 28 en la Ribera del Duero soriana, donde conocí de primera mano un nuevo proyecto del joven viticultor, enólogo y, ante todo, amigo, Antonio Serrano.

El martes, a primera hora, llegué a La Rioja por la N-111, carretera que atraviesa la sierra de la Demanda, la cual desempeña un papel crucial en el ecosistema de los viñedos riojanos. Quienes me conocen saben que comparto una pasión con el vino: la fotografía. Estos viajes brindan innumerables oportunidades para capturar la belleza del paisaje, y si bien cualquier época del año es propicia, el otoño en el viñedo posee un encanto especial. Viajar en mi propio vehículo me permite adentrarme en zonas inaccesibles para un autobús, especialmente cuando me dejo llevar por la aventura (aunque a veces me arrepienta por el atrevimiento).

El objetivo de esta escapada era visitar tres bodegas de la Rioja Alavesa: Izadi, Remírez de Ganuza y Murua, acompañando a un grupo de periodistas de la AEPEV (Asociación de Periodistas y Escritores de Vino y Espirituosos).

Izadi: la pasión por el terroir

El viaje comenzó en Bodegas Izadi (Villabuena de Álava). Siempre agradezco la oportunidad de visitar el viñedo, ya que allí se revela gran parte de la filosofía de la bodega. Nuestra primera parada fue en el Viñedo Singular El Regalo, con 3,85 hectáreas plantadas en 1936. Las imágenes hablan por sí solas, aunque lo verdaderamente impactante es experimentar la tierra y los aromas in situ. Esta zona goza de un microclima especial y, sobre todo, beneficioso para la viticultura, con una pluviometría media de 400-500 litros y las condiciones que aporta el valle del Ebro.

La experiencia de visitar el viñedo se enriquece aún más cuando se puede degustar el vino que allí nace. Nuestra primera copa, que también sirvió como bienvenida, fue Izadi El Regalo Viñedo Singular blanco 2021, del cual solo se elaboran 2000 botellas.

Izadi fue fundada en 1987 por Gonzalo Antón, hostelero y propietario del restaurante Zaldiaran, junto con otros amigos empresarios. El objetivo era claro: elaborar vinos gastronómicos desde un profundo conocimiento de la cocina, los sabores y la experiencia de saber lo que complace al comensal.

La bodega se encuentra en Villabuena de Álava, donde coexisten 40 bodegas y menos de 300 habitantes, un auténtico paraíso para los amantes del vino. El viñedo que visitamos está calificado como singular, al igual que la construcción de la bodega, con su arquitectura vertical que aprovecha el desnivel del terreno. 47 metros en cinco niveles que permiten trabajar por gravedad, trasladando de un nivel a otro los distintos estados del vino, desde la recepción de la uva y la elaboración hasta la crianza.

Tras la visita, y acompañados de otra cata, ascendimos nuevamente para disfrutar de la gastronomía de Izadi. Con sus orígenes, no podía faltar una cocina de altura para maridar sus vinos. Disfrutamos de un menú excepcional que nos permitió catar la gama completa de Izadi:

  • El Regalo Viñedo Singular Blanco 2021
  • Izadi Selección Blanco 2023
  • El Regalo Viñedo Singular Tinto 2021
  • Izadi Larrosa Blanco 2023
  • Izadi Larrosa Rosé 2023
  • Izadi Larrosa Negra 2021
  • Izadi Crianza 2021
  • Izadi Selección Tinto 2019

Satisfechos con la comida, la bebida y la atención recibida, nos tomamos la foto de familia antes de partir hacia nuestra siguiente parada. Agradezco especialmente a Iván Pérez, director de Marketing, Comunicación y Enoturismo, por su hospitalidad.

Remírez de Ganuza: ortodoxia enológica

Había una bodega que deseaba visitar desde hacía tiempo, un referente de lo que se denomina “la nueva Rioja”: Remírez de Ganuza. Esta bodega marcó un antes y un después en la forma de entender y elaborar el vino. Es inevitable mencionar un programa de televisión emitido en 2012 que contrastaba las dos formas en las que se categorizó los vinos en La Rioja: Viña Tondonia y Remírez de Ganuza.

Fernando Remírez de Ganuza fundó la bodega en 1989 en el pintoresco pueblo de Samaniego, redefiniendo la viticultura y enología de la Rioja Alavesa. Con una visión innovadora y fiel a los orígenes profesionales de su familia (carniceros), entendía que el vino, como alimento, debía tratarse con la mayor higiene posible. Quizás bajo esta perspectiva, diseccionó los racimos, como si fueran cortes de carne, para extraer lo mejor de cada parte. Todo esto se explica en el vídeo mencionado anteriormente, pero basta con decir que uno de sus vinos se llama “Hombros” en alusión a la parte del racimo utilizada para elaborarlo.

La bodega pertenece desde hace unos años a otro propietario, pero mantiene la misma ubicación, que era a su vez la vivienda de Fernando, un entorno idílico. En cuanto al viñedo, cuentan con 80 hectáreas repartidas en más de 200 parcelas, lo que nos da una idea precisa del tamaño de cada parcela y su edad media.

La recepción de la uva y todo el proceso de elaboración se realiza con la máxima asepsia, siguiendo un protocolo casi quirúrgico desde la entrada de la uva hasta la crianza. Tras completar la visita en las distintas salas, participamos en una cata con tres de sus vinos icónicos:

  • Fincas de Ganuza Reserva 2017
  • Remírez de Ganuza Reserva 2016
  • Remírez de Ganuza Olagar 2016 (Blanco Gran Reserva)

La cena tuvo lugar en el restaurante del hotel Viura, donde también nos alojamos. Un auténtico icono de la Rioja Alavesa que no deja indiferente a nadie. La excelente cocina del Viura estuvo acompañada por otros vinos de Remírez de Ganuza:

  • Erre Punto 2023
  • Viña Coqueta 2015

Bodegas Murua: binomio perfecto entre enología y arte

En nuestra tercera visita nos acompañó la lluvia, impidiendo un paseo por los impresionantes viñedos de Murua, pero no por ello deslució la jornada. Nos recibieron Teresa Muñoz (Responsable de Comunicación), Chelo Miñana (Responsable de Enoturismo) y Mathieu Barrault (Director técnico).

Murua  está ubicada en Elciego, es propiedad de la familia Masaveu desde 1974. Aunque es una construcción reciente, han respetado la arquitectura tradicional de la zona. En la sala de elaboración, Mathieu compartió su filosofía con el viñedo y su forma de entender la viticultura para mostrar el origen y el territorio en sus vinos. Allí mismo, directamente de la barrica, catamos el primer blanco.

El recorrido por la bodega ofrece todo lo que un enoturista desea ver, pero es al llegar a la zona social donde la visita se convierte en una experiencia única gracias a las obras de arte que adornan las paredes y a una biblioteca histórica con más de 2450 libros relacionados con el vino y la viticultura de todo el mundo.

En la cata, disfrutamos de cinco vinos:

  • Murua Blanco Fermentado en Barrica 2022
  • Murua VS, Murua 2021
  • M de Murua 2021
  • Murua Reserva 2016
  • Veguín de Murua Gran Reserva 2016

Tras la cata, nos esperaba un almuerzo presidido por un Sorolla, todo un lujo para acompañar excelentes viandas y magníficos vinos en formato magnum:

  • Murua Blanco Fermentado en Barrica Reserva 2017
  • Veguín de Murua Gran Reserva 2014

La única excepción vinícola de las dos jornadas fue la sidra con la que acompañamos el postre: Valverán 20 Manzanas Sidra de Hielo.

Tras 20 vinos y una sidra (catados, no bebidos), llegó el momento de volver a mis viñedos manchegos, de los que, al contrario de Don Quijote, sí quiero acordarme.

Agradezco al equipo de Izadi, Remírez de Ganuza y Murua por sus atenciones y por los vinos que nos hacen disfrutar. También a la directiva de la AEPEV por la organización de estos viajes que nos acercan al lado humano de las bodegas.

Joaquín Parra, Wine Up! ©2024

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