O cómo construir una bodega a base de tradición e historia. Esta podría ser la tarjeta de presentación de Pago de Larrainzar, proyecto personal del empresario Miguel Canalejo Larrainzar, que se ha propuesto transmitir a sus hijos Irene y Miguel, su pasión por el vino y la tierra, tierra que le vio crecer, tierra que ya produjo grandes vinos y que vuelve a producirlos en una nueva etapa.
La finca pertenece a la familia desde hace 150 años y 6 generaciones, tiempo suficiente para amar a la tierra y conocer todo su potencial. Ya las primeras generaciones elaboraron grandes vinos a base de la variedad tempranillo, obteniendo una meritoria medalla de oro en la feria de vinos con motivo de la Exposición Universal de 1924, aquellos premios sí eran representativos de la calidad… no digo que los de hoy no lo sean, pero entiéndanme, no es lo mismo.
Aquello es pasado, con los años y otros proyectos empresariales se abandona el viñedo y la actividad elaboradora en los años 70. Esto también, pero el pasado es necesario para hacer futuro y dotarlo de alma, y en ese proyecto se involucra la familia de Miguel, con él al frente.
Como buen empresario, sabe que los proyectos no se pueden
realizar solo con el corazón, por lo que la parte que corresponde a la cabeza la pone en manos de los mejores, e Ignacio de Miguel lo es en lo concerniente a la enología. Lo importante no es el mercado y la moda, obviando estos condicionantes, se buscan las variedades que mejor adaptación tienen en la privilegiada tierra de Estella. Hay que hacer un vino que represente la tierra de donde nace y su historia, para ello se plantan 15 hectáreas (el 10% del total de la finca) que producen fruto de altísima calidad, de las que 4 Ha. se dedican al cultivo de la tempranillo, 5 Ha. al de cabernet sauvignon, otras 4 Ha. al de merlot y 2 Ha. al de garnacha. El laboreo y trabajos de campo también son importantes y así lo transmiten, aunque obviaré esta información, bastará con hablar de la calidad final de los vinos, calidad que no se puede conseguir si no se mima y se cuida con esmero todo el ciclo vegetativo de la vid.
El viñedo es importante, pero no lo es menos la bodega, donde tiene que convivir la practicidad en la elaboración y crianza con la imagen. Aquí tampoco escatiman en recursos, y encargan al prestigioso arquitecto Fernando Redón el proyecto para la bodega que se ubica en el mismo camino de Santiago, más de moda que nunca. La ubicación privilegiada obliga…vistas al Monasterio de Irache, Montejurra y el bosque de Fuentelateja son motivos más que suficientes para que la bodega se convierta además en un mirador privilegiado, visita obligada e imprescindible si se viaja por aquellas tierras. Si se disfruta cada trago de su vino “Pago de Larrainzar”, el hacerlo en la misma bodega, disfrutando del entorno y de las vistas, créame, es un privilegio que no debe desaprovechar, y ahora, que el otoño se nos echa encima y tiñe los campos, es un momento ideal.
La cata de Pago de Larrainzar 2006 por Joaquín Parra Wine UP!:
Rojo picota de ribete purpura tirando a grana que muestra viveza y mucha concentración a través de una lágrima abundante y lenta.
Su nariz es compleja, viene cargada de frutos rojos y especias (pimienta blanca), también encontramos recuerdos florales, regaliz rojo, tonos dulzones que acompañan a frutos rojos, también se encuentra cierta mineralidad que sorprende. La madera ni se encuentra, esta perfectamente integrada y le aporta estructura y complejidad.
En boca encontramos un vino potente, con cuerpo y a la vez sutil y sedoso gracias a sus taninos bien pulidos y agradables. Lo encontramos balsámico, con la acidez justa y de trago largo.
El retrogusto tiene buena intensidad y es duradero, queda una sensación agradable en boca donde aparecen algo los tonos torrefactos y ahumados de la madera. Un vino completo y un perfecto ensamblaje.