Elena Adell, enóloga de las bodegas Campo Viejo, donde se elaboran vinos como Alcorta, Azpilicueta, Marqués de Villamagna y el mismo Campo Viejo, fue una de las participantes en la mesa redonda ‘Mujeres enólogas: las reinas de copas’, celebrada en el marco del Festival Ellas Crean, promovido por los Ministerios de Cultura y de Igualdad. Un grupo de mujeres profesionales del mundo del vino expusieron su personal visión sobre el papel que juegan en este sector, tradicionalmente masculino.
En la mesa redonda, moderada por la crítica gastronómica Sara Cucala, también participaron las enólogas Bibiana García, de la Bodega Cortijo de los Aguilares, y Sara Pérez, de la Bodega Venus La Universal, así como Sonia Galimberti, presidenta de la Asociación de Mujeres Amantes del Vino (AMAVI); Cristina Alcalá, sumiller y escritora, y Amada Noval, presidenta del Club Las Guisanderas de Asturias.
“Cuando empecé a trabajar en el sector vitivinícola fue difícil introducirme en un mundo de hombres en el que te miraban raro sólo por ser mujer y estar en el campo”, confiesa Elena Adell. Tras más de 25 años en la profesión, coincide con sus compañeras de debate en que las mujeres han tenido que trabajar duro para hacerse respetar en el mundo vitivinícola. “A pesar de las dificultades de entendimiento, al final siempre llegabas a un acuerdo con el viticultor, que estaba acostumbrado a hacer las cosas a su manera”, afirma.
Para la joven Bibiana García, enóloga de la Bodega Cortijo de Los Aguilares, en Ronda (Málaga), ‘fue muy duro explicar a los viticultores que tenían que cambiar su forma de hacer vino’. Igualmente, Sara Pérez, enóloga de la pequeña bodega Venus La Universal, en el Montsant catalán, destaca que no sólo fue difícil para ella, ‘si no también para los hombres que estaban en el campo y no entendían a una mujer que venía a cambiar lo que sus padres y abuelos les habían enseñado’.
Elena Adell ve igualmente una gran evolución del papel del enólogo en la creación del vino desde que ella empezó en el sector. ‘El gran cambio que se ha dado en los últimos años es que el enólogo se ha metido en el viñedo. Antes estaba encerrado en el laboratorio”, asegura. “Y el viticultor entiende lo que necesita el enólogo. Antes cada uno iba por su lado. Ahora forman un equipo con un objetivo común”.
Durante la mesa redonda también se debatió sobre la manera de crear un vino, en el que las enólogas aportaron distintos puntos de vista. Para Adell, “el enólogo debe escuchar las opiniones y gustos de los consumidores a la hora de crear un vino. También es fundamental utilizar todos los conocimientos que se tienen de la región, sus viñedos y variedades”. Por su parte, Sara Pérez se define como “hacedora de vinos”, para ella la creación es algo mucho más personal, ya que tiene el lujo de “poder crear el vino que a ella le gusta”.
Diferentes sensibilidades
Sobre la diferencia de género en la elaboración del vino, todas las participantes se mostraron de acuerdo en que la creación no difiere entre hombres y mujeres sino entre las distintas sensibilidades de los enólogos. Sin embargo, para Adell “las mujeres suelen tener más desarrollada la memoria olfativa que los hombres, ya que por la educación recibida, normalmente se les ha entrenado más”. En este sentido, explica que “la cata es un ejercicio de memoria, cuanto más vinos pruebas, más memorizas y mejor los distingues”. Igualmente, en la mesa redonda coincidieron en que es lógico que a las mujeres les gusten más los vinos dulces y afrutados, los rosados, ya que se han iniciado en este mundo más tarde que los hombres.
En cuanto al papel del vino en nuestra sociedad, durante el debate se llegó a la conclusión de que hay demasiadas trabas y dificultades para transmitir el gusto por el mundo del vino. En este sentido, Adell explica así su visión: “Me gusta hablar de aproximar el vino a nuestra cultura. Si los niños ven el vino presente en las mesas, ven a los adultos tomarlo con responsabilidad, cuando ellos tengan edad de beberlo lo harán con normalidad, porque formará parte de su cultura. El vino es un alimento saludable y por eso debe estar presente en nuestra dieta como lo están las frutas, las verduras, las hortalizas…”. Adell también aludió al proyecto de investigación organoléptica que recientemente ha llevado a cabo con la reconocida chef Carme Ruscalleda. “Con Gastrovino, hemos querido dar a luz tres productos en los que vino y gastronomía no se suman sino que se potencian, porque el vino, en este caso Alcorta Reserva, es uno de sus componentes principales. Los Gastrovinos son vinos que se comen, por decirlo de alguna forma”, explica.
La enóloga de las bodegas Campo Viejo también quiso dar su opinión sobre la comercialización del vino en nuestro país. “Muchas veces nos acercamos al lineal del supermercado y no compramos ciertas botellas porque tienen un precio bajo, y esto es un error”, asevera. Según Adell, “hay que atreverse a probar vinos diferentes, sin fijarse en el precio, ya que no siempre el vino más caro va a ser el que más nos guste”.